lunes, 1 de julio de 2013

LETRAS Y PARTITURAS

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Romance de patria y fuego
Dedicada a María Guadalupe Cuenca
(Vals / Letra: Martín Sardella / Música: Ricardo Pereyra)

Al galope de todos tus sueños
hasta Chuquisaca
te llevaste tu impulso de ser
peregrino de Dios, pastor en su grey.
El retrato de la muchachita
en una vidriera
desplegó su lozano candor
y nació la ardorosa pasión del amor.
Del amanecer al tiempo feliz
pues, frente al altar, la niña dio el sí.
Después la señal que el fin presagió:
un barco hacia Londres y el último adiós.


¡Hombre de Mayo, Moreno!
¡La libertad es un grito en tu voz!
Pero en las sombras acecha
quien no anhela una patria mejor.
Y corrió por tu sangre criolla
el veneno de una traición.


Te escribía María sus cartas
desde Buenos Aires,
y decía su pluma de amor:
“se me aumentan mis males al verme sin vos”.
Y llorando se pasa las noches
en ese tormento,
y en mil ruegos de santo dulzor
tu regreso su voz le pide al Señor.
Te arrastra el destino con impiedad,
María Guadalupe, siempre a penar.
Volvieron las cartas que él nunca leyó
teñidas de invierno y amargo dolor.


Prohibido
Dedicada a Camila O’Gorman
(Tonada / Letra: Martín Sardella / Música: Ricardo Pereyra)

Un cielito sonó
en el piano esa tarde
como flor en el aire
derramando su dulzor.
Cautivado de amor
por aquella muchacha
fue mi fe contagiada
de una terrenal pasión.

Era como un pétalo de nube
su piel de luz, blanca de altar.
Todo florecía entre sus manos,
cálido efluvio de mar celestial.

Me juró tanto amor
en la sombra enramada
y su tierna mirada
se quedó en mi corazón.
Y el reproche de Dios
invadió mis sentidos
por desear lo prohibido
con la misma devoción.

Y no sé hasta dónde llegaremos
ni qué será de nuestro amor,
vamos a empezar los dos de nuevo
bajo la luna de un tiempo mejor.

Pura felicidad
es tenerte a mi lado
junto al río dorado
que nos deja su brillar.
Pero no hay que confiar
ciegamente en la suerte;
un murmullo de muerte
ronda nuestra libertad.

Y no habrá piedad para nosotros
solo dolor sin compasión.
Ay, Camila, volaremos pronto
al cielo azul que nos da su perdón.


Un río, una voz
Dedicada a Elisa Brown
(Canción / Letra: Martín Sardella / Música: Ricardo Pereyra)


Rodó por la suave mejilla de Elisa
el tenue rocío de su lagrimear,
bien sabe este río, bien sabe esta brisa
la intensa tristeza que la hace penar.
El tiempo de guerra no tuvo piedad
velando en el fuego su luz virginal.
Sonó en la batalla el cañón del Brasil
hiriendo de muerte un sueño feliz,
su amado Francisco, patriota de abril,
se fue con la tarde doliente y cerril.
Febril silencio... Pena sin sol...
Vestida de novia... Un río... Una voz...
Ofelia del Plata se va tras su amor.


Felicitas
Dedicada a Felicitas Guerrero
(Vals / Letra: Martín Sardella / Música: Ricardo Pereyra)

Era Felicitas en la Gran Aldea
la que marchitaba toda cerrazón.
De envidia seguía su leve cintura,
su aroma perfecto, la más linda flor.
Ante los caireles de su piel desnuda
fue a rendir la luna su mejor color,
y su voz de azúcar cantaba vidalas
mientras despertaba mil sueños de amor.


Ibas por Bolívar hacia San Ignacio
a besar las manos de Nuestro Señor,
y te vi fulgúrea, bella hasta el milagro,
y muté en esclavo de tu corazón.
Repicaron hondas todas las campanas
coronando el sueño de mi eterno amor,
y así, desde entonces, las cosas del mundo
se tornan benditas con tu evocación.


Y al fin decidieron modelarle un nido
cuando desbordaba de tibio candor,
y así fue la esposa de aquel que no amaba
por necio mandato de una imposición.
Pero allá en la quinta de la Calle Larga
la desgracia un día su vida enlutó:
se quedó muy sola cuando se marcharon
sus hijos, su hombre, camino de Dios.


Quise en tu regazo dejar mi esperanza.
¿Porqué, Felicitas, me niegas tu amor?
Tanto que te pienso y otra vez te pierdo;
tiñe tu desaire mi nuevo dolor.
Entonces, vencido, brotan de mi mano
disparos cegados de fuego y pasión...
Y tal vez mañana, en cielos dorados,
despertemos juntos al dulce perdón.


Estrellita federal
Dedicada a Manuelita Rosas
(Vals / Letra: Martín Sardella / Música: Ricardo Pereyra)

Una estrella de verdad
fue la “Niña Manuelita”;
una luz casi bendita
en la noche federal.
Y en su seno virginal,
lejos de la sangre enferma,
fue cubriendo su inocencia
con un manto de bondad.
Y aceptó la realidad
de ser parte de la causa
y el llamado de la patria
cuando se iba a disgregar.
Y en el suave transitar
de su vida de muchacha
ni la página unitaria
le negó su humanidad.


Estrellita federal,
en las fiestas de Palermo
o en los bailes de los negros
en San Telmo y Monserrat.
Estrellita federal,
flor punzó de aquellos tiempos,
donde el cielo y el infierno
se mezclaban al pasar.


Y el “aromo del perdón”,
con su sombra fugitiva,
las tenaces letanías
escuchaba de su voz.
Por la suerte del traidor,
por la vida de Camila,
a “tatita” le pedía
que tuviera compasión.

Y quién no se preguntó
cómo habrá sido su vida
cuando la sangre corría
dividida siempre en dos,
o al sentir la devoción,
tan real y tan fingida,
entre criollas melodías,

entre tanto resplandor.

Blanca y fugaz
Dedicada a Rufina Cambaceres
(Vals / Letra: Martín Sardella / Música: Ricardo Pereyra)

Creció, pobre Rufina, bajo la mirada
más envilecida de fatalidad.
Y cuando cumplía diecinueve
años inocentes en la vida,
se desvaneció triste y dolida,
y en la imagen falsa de la muerte
respirando aún contra su suerte
la dejaron sola en su tumba sin paz.


Flota tan incorpórea,
blanca como la luna,
sueña alejar la bruma
que fastidia su mirar.
Tiene, como la noche,
sombra de azul fugaz.
Busca encontrar la huella
hacia el resplandor final.


Temblor de tibios dedos, frágiles, rasgando
como un torbellino por la oscuridad,
el entorno mudo aprisionado,
lejos de la esencia de lo humano,
pero fue más fuerte otro llamado,
ése que va en busca de las almas,
que zozobran penas, que sin calma
se hunden en el frío de la soledad.


María de la causa
Dedicada a María Remedios del Valle
(Mazurca / Letra: Martín Sardella / Música: Ricardo Pereyra)

La historia cuenta que se vio pasar
en el año veintisiete
cargando en sus espaldas el pesar
de una cruel miseria hiriente
a María, la ferviente
luchadora de la patria,
valiente moza, todo supo dar
por la libertad.

Fue la “Madre de la Patria”,
por su entrega y por su honor.
Ni el cañón de la avanzada
silenció su voz...
¡Malaya, nadie le reconoció
todo su valor!

Y por la Independencia fue a luchar,
flor morena en las batallas.
Pero en su pecho no llegó a brillar
el fulgor de una medalla.
Se entregó de cuerpo y alma,
fiel María de la causa,
mostrando su coraje y su lealtad
puros de verdad.



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